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Historia del Óbolo de San Pedro

La participación concreta en las necesidades de la comunidad eclesial más amplia ha tomado diversas formas a lo largo de la historia, a través de colectas y donaciones de fieles individuales o de iglesias locales completas, con la conciencia de que todos los bautizados siempre han sido llamados a sostener, incluso materialmente, la obra de evangelización y, al mismo tiempo, a socorrer a los pobres.

EL ÓBOLO DE SAN PEDRO EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS

EL ÓBOLO DE SAN PEDRO EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS

Una práctica que tiene sus orígenes en las Sagradas Escrituras

Jesús, durante su vida pública, dedicada al anuncio de la Buena Noticia, aceptó ayuda material para sustentarse con el grupo de los doce apóstoles (Lc 8, 1-3). Gracias a estas ayudas, también socorrían a los más necesitados (Jn 12, 4-7). Tras Pentecostés, en el tiempo de la Iglesia, surgió la exigencia de sostener a quien se dedicaba totalmente al anuncio del Evangelio (1 Tim 5, 17-18). San Pablo, en las Iglesias que fundó, promovió la colecta a favor de la Iglesia Madre de Jerusalén, que afrontaba graves dificultades económicas; en la Primera Carta a los Corintios escribió: «En cuanto a la colecta en favor de los santos, haced también vosotros lo que mandé a las iglesias de Galacia: que, los primeros días de la semana, cada uno de vosotros deposite lo que haya podido ahorrar, de modo que no se hagan las colectas precisamente cuando llegue yo. Cuando me encuentre ahí, enviaré con cartas a los que hayáis considerado dignos, para que lleven a Jerusalén el don de vuestra generosidad. Y si conviene que vaya también yo, irán conmigo».

Esta contribución concreta para las necesidades de la comunidad ha tomado distintas formas a lo largo de la historia, haciendo emerger la conciencia de que todos los bautizados están llamados a sostener, también materialmente, con lo que puedan, la obra de evangelización, y, al mismo tiempo, a socorrer a los más necesitados en cualquier lugar del mundo.

ÓBOLO DE SAN PEDRO:<br>ALGUNAS NOTAS HISTÓRICAS

ÓBOLO DE SAN PEDRO:
ALGUNAS NOTAS HISTÓRICAS

En el recorrido de la Iglesia

El Óbolo como donación al Sucesor de Pedro tomó forma estable en el s. VII con la conversión de los anglosajones y en relación con la fiesta del Apóstol San Pedro, a quien Jesús confió su Iglesia. En los siglos sucesivos creció con la adhesión al cristianismo de otros pueblos europeos, siempre como una muestra de agradecimiento y devoción al Papa, como expresión de la unidad de la Iglesia y de corresponsabilidad eclesial. 

Así, el término “Óbolo de San Pedro” fue usado desde el Medievo para identificar el censo, es decir, la contribución anual pagada a la Santa Sede por los Estados o las Señorías locales que se habían colocado bajo la soberanía del Papa. Con la Reforma protestante y el fin del régimen feudal, cesaron estas relaciones entre las monarquías europeas y el Papa. En la época moderna, poco antes del final del Estado Pontificio (1870) y de la pérdida de las rentas de las posesiones territoriales, surgió en toda Europa y en ultramar una sorprendente iniciativa dirigida a ofrecer al Papa una ayuda material. Esta afectuosa reacción de los católicos fue de gran consuelo para el Pontífice. También en aquel periodo de crisis, el Santo Padre cuidó de los que más sufrían (recordemos, por ejemplo, el desastroso terremoto de Croacia de 1881), destinándoles una parte del Óbolo. En efecto, el Papa no podía dejar de compartir la ayuda recibida con cuantos se encontraban en situación de grave necesidad, manifestando así la premura de un padre que se ocupa de todos sus hijos: recibe para dar, y para dar a quienes en ese momento más lo necesitan.

POCO O MUCHO, NO IMPORTA.
DONAR ES UNA ALEGRÍA