Es menester que a este amor a Dios y a Cristo corresponda la caridad para con el prójimo

Pero es menester que a este amor a Dios y a Cristo corresponda la caridad para con el prójimo. Porque ¿cómo podremos asegurar que amamos a nuestro Divino Redentor, si odiamos a los que él redimió con su preciosa sangre para hacerlos miembros de su Cuerpo místico? […] se debe afirmar que estaremos tanto más unidos con Dios y con Cristo, cuanto más seamos miembros uno de otro (Rm 12, 5) y más solícitos recíprocamente (1Cor 12, 25); como, por otra parte, tanto más unidos y estrechados estaremos por la caridad cuanto más encendido sea el amor que nos junte a Dios y a nuestra divina Cabeza.

(Carta encíclica Mystici Corporis Christi, 29 de junio de 1943)

POCO O MUCHO, NO IMPORTA.
DONAR ES UNA ALEGRÍA