La esperanza que nos ha sido donada no nos separa de los demás… Es un don extraordinario del que estamos llamados a hacernos ‘canales’, con humildad y sencillez, para todos. Y entonces nuestro mayor orgullo será tener por Padre a Dios, que abre su casa a todos, empezando por los últimos y los que están lejos, para que como hijos suyos aprendemos a consolarnos y a sostenernos los unos a los otros.
(Audiencia General, 15 de febrero de 2017)